Una luz en la niebla: Depresión posparto

By | julio 12, 2013

Llevar un bebé a casa es un gran acontecimiento. Aunque en la mayoría de los casos es un periodo alegre, a veces las emociones y el estado de ánimo no son lo que se esperaba. Muchas mujeres experimentan la «tristeza posparto». Pero nos resulta difícil diferenciar entre los cambios emocionales normales en una puérpera y los cambios patológicos o la depresión posparto.

Nocturna

Fotografía de Nerea Carrera

La TRISTEZA POSPARTO es un estado de melancolía provocado tras la maternidad y que puede ser originado por múltiples factores : cambios hormonales, las expectativas y miedos, la imagen propia en el parto, el rol de adaptación a la maternidad… Tres de cada cuatro mujeres presentarán periodos cortos de cambios de humor, lloriqueo o irritabilidad durante la primera semana del posparto, que pueden ser peores cuando está cansada o nerviosa.

Esta tristeza puede durar aproximadamente un par de semanas, el problema aparece cuando este estado continúa y se agrava, dando lugar a lo que llamamos DEPRESIÓN POSPARTO.  Se estima que, como mínimo, 1 de cada 10 mujeres experimentará depresión posparto, aunque, la mayoría de los casos no lleguemos nunca a conocerlos. Este estado se caracteriza por: sentimiento de fracaso como madre, pánico, pérdida del apetito, miedo a autolesionarse o causar daños al bebé, inseguridad, lloros con frecuencia, dificultad para dormir incluso cuando el bebé está durmiendo, pensamientos de que el bebé estaría mejor sin ti…

Tubos

Fotografía de Nerea Carrera

Por último,  un número muy reducido de mujeres presentará una reacción posparto mucho más grave que le hará perder el contacto con la realidad. Las mujeres que presentan PSICOSIS POSPARTO O PSICOSIS PUERPERAL  pueden ver u oír cosas que no existen, o mostrar conductas extrañas y a veces peligrosas, sueños angustiosos e incluso intentos de suicidio. Su inicio suele ser a partir  de  los 3 días posparto o dentro de las 2-3  primeras semanas. Ésta es una verdadera urgencia y hay que buscar ayuda inmediatamente.

Por todo esto, consideramos de vital importancia las valoraciones de la madre y el acompañamiento en el puerperio por parte de un profesional. Muchas veces os sentís incapaces de exteriorizarlo, pero hay que saber que, primero, es una patología que puede llegar a ser grave y, segundo, tiene cura. Si no duermes lo suficiente o si te vas poniendo cada vez más nerviosa  o si presentas alguno de estos síntomas coméntalo con tu pareja y llama a tu matrona, “es necesario pedir ayuda y acompañamiento para la travesía”.

Os dejamos el  link de un par de artículos en los que se habla en profundidad del tema, con consejos y otros testimonios que os podrán servir de gran ayuda:

http://www.federacion-matronas.org/revista/matronas-profesion/sumarios/i/7354/173/una-luz-en-la-niebla-cuidados-en-las-mujeres-con-depresion-posparto

http://iboneolza.wordpress.com/2012/11/15/infanticidio/

Hace unos meses Carmen tuvo la oportunidad de poder ayudar a una mujer, pudo hacerlo porque esta madre tuvo el valor de acudir a su matrona y la fuerza interior suficiente para darse cuenta de que tenía un problema  y tenía que buscar apoyo para salir de él.

Os trancribimos la carta que Marta envió a Carmen contando su historia…  La protagonista espera poder ayudar a las mujeres que paseis por esta situación y animaros a que contéis vuestras experiencias, porque con cada uno de los capítulos de vuestras vidas, aprendemos todos un poquito más.

5 de Julio 2013

Hola Carmen, aquí va mi historia, en la que tú has sido y sigues siendo “Mi luz”.

Me llamo Marta y tengo 36 años, ¿Cómo expresar en un escrito lo vivido en estos últimos meses?…pues empezaré por el principio…

Mi marido Xavi tiene 37 años y yo  36. Somos una pareja, ya no tan joven, que vivíamos una vida perfecta, ¿cómo definir perfecta?, pues nos queríamos mucho y hacíamos todo lo que nos apetecía.

Esta historia empezó en el día en el que ambos decidimos tener un hijo. A las parejas que teníamos a nuestro alrededor les costaba mucho quedarse “embarazados”, por eso dos semanas antes de casarnos (junio 2012), nos dijimos “hoy no tomaremos precauciones” e hicimos el amor.

Llegó la boda  y luego el viaje de novios; nos lo pasamos genial y disfrutamos al máximo. Estábamos en un país donde habita la alegría, el alcohol, las fiestas, las playas… Por lo menos  para nosotros que estábamos allí de vacaciones.

Cuando volvimos, encontramos un piso en la zona que nos gustaba, nos planteamos si sería factible comprarlo, ya que si íbamos a tener  familia era el ideal: más grande, mejor zona… Entonces  un día, de repente (como había estado viviendo en una nube unos cuantos meses, una nube de felicidad y de no parar),  me paré a pensar que ese mes no había tenido la menstruación , ¡se atrasaba ya dos semanas! ; además el mes anterior sólo había sangrado un par de días (cosa rara en mí) y tras hablarlo con Xavi, decidimos esperar una semana más por si era de los nervios que habíamos pasado con la boda, el viaje, el  piso…

Pero, yo empecé a pensar que  pasaba algo más, no sé, tenía una barriga muy extraña  (aunque había comido muchísimo en el bufet restaurante del  viaje de novios),  pero además me notaba un carácter diferente.

Llegó la semana siguiente y compramos la prueba de embarazo (nervios!!) cuando le enseñé a Xavi el resultado le pregunté “¿esto qué es?”, a lo que me respondió muy contento: “positivo cariño, vamos a ser papis” …. y yo me quedé un poco “rara” pensando “no puede ser: ¿Una sola vez sin protección y ya está?”, pero sí; fuimos al médico y nos dijo que estábamos ya de 12 semanas.

¡¡ 12 semanas !! Madre mía, no  me lo podía creer, pasé una semana  contenta y a la vez triste, en cambio Xavi estaba contentísimo, y no llegaba a entender por qué yo no estaba así.

Con el tiempo me relajé y vivimos un  embarazo bastante bueno. Bueno con lo típico: estreñimiento, acidez, las patadas (que a veces eran una sensación maravillosa y otras se convertían en un “patadón”)…

Así llegamos a la última semana de embarazo, la 40. El día que cumplía, fuimos a un control de embarazo en el hospital dónde íbamos a tener nuestro bebé,  y aquí empezó nuestro reto, la prueba más difícil en la que Xavi y yo no nos habíamos embarcado nunca…

En el hospital, nos dijeron que la bolsa amniótica tenía un “poro”, se estaba perdiendo líquido amniótico y era preferible que naciera el bebé ese día. Nos quedamos un poco en “shock”, nos llevaron a la sala de espera, no sabíamos si reír o llorar. A los 5 minutos salió una enfermera y nos invitó a entrar y a que me diera una ducha;  nos llevaron a una habitación y nos comunicaron que sería un parto inducido. Yo sabía, de las clases preparto, lo que era, pero no sabía lo que me esperaba. Entonces llego la enfermera y nos dijo que iría para largo, que pasaríamos unas 10 o 12 horas allí y si teníamos suerte, quizás menos. La cara de Xavi y la mía fue pues de resignación (si habíamos llegado hasta aquí pues ya está, a por todas, con nuestra fortaleza, juntos lo conseguiríamos).

La enfermera aconsejó a Xavi que se fuera a casa y trajera lo imprescindible; se fue y allí me quedé yo, en una sala de urgencias, cuando sólo íbamos a hacernos una prueba.

Enseguida llegó la matrona del turno de mañana, me trató muy bien y me dijo que nos iba a monitorizar (a mi bebé y a mí) y que me iba a poner como un “tampón” para acelerar el proceso. Me introdujo una especie de “tela” de 1cm más o menos… En cuestión de 10 minutos empezaron las contracciones cada cinco minutos; ¡Contracciones! De repente me quedé extrañada pensando “si hace un minuto no me pasaba nada, y ahora tengo contracciones… esto va a ir seguro, más rápido de lo que nos dijo la enfermera”.

Volvió Xavi y seguía con contracciones cada 5 minutos, luego cada 7, y así no sé cuántas horas, hasta que decidieron romper por completo la bolsa, ahí empecé con un dolor muy fuerte, pero nada comparado con las contracciones que iba a sufrir las siguientes 6 horas. Nunca había sufrido de esa manera, contracciones que me dejaban sin conocimiento.

Antes de romper la bolsa,  había cambiado el turno en el hospital, lo cual fue, para Xavi y para mí, una suerte y un castigo al mismo tiempo:

¿Por qué una suerte?, porque conocimos, bajo nuestro punto de vista, una profesional preocupada por sus pacientes a la cual denominé “mi luz”, porque lo fue.  Gracias a ella hoy estoy escribiendo esto y sin ella no sé si hubiera podido superar “todo”, tanto el parto, como lo que vino después.

¿Por qué un castigo?, porque conocimos a la que denominaré “robot”,  “profesional” que se dedica a cumplir un “protocolo” sin importarle el dolor que esté sufriendo una más de tantas madres embarazadas que habrán pasado por allí.

Lo cierto es que, después de pasar 6 horas, que no se las deseo a nadie, supliqué y grité por el dolor que estaba sufriendo. Por  fin me pusieron la anestesia para dejar de sufrir, llevaba ya 20 horas de parto y no podía más. Ya no miraba a Xavi porque lo único que me provocaba su mirada era más sufrimiento y sólo miraba a “mi luz” y cuando aparecía el “robot” intentaba pasar el mal rato lo más rápido posible.

“Mi luz” me acompañó a la hora de ponerme la anestesia, me acompañó para pasar, con los mínimos nervios y dolores posibles, todo el proceso. Hizo que mi actitud fuera más positiva, dentro del infierno que estaba pasando. Llegó el siguiente turno, mi hija sufrió bradicardias y me hicieron varias pruebas más que contribuyeron a que nos pusiéramos todavía más nerviosos, pero al final, dos horas más tarde, tuve a mi preciosa hija Elsa , con un parto vaginal en el que me pusieron sólo 4 puntos. Me la pusieron piel con piel y sentí un cúmulo de sentimientos, primero estallamos a llorar y a pensar que todo había acabado por fin.

                  Ya era 23 de febrero y había caído una gran nevada.

Después del nacimiento nos pusieron en una habitación, pero en ese momento sólo pude quedarme mirando para mi hija durante al menos 30 minutos, sin levantar la vista y con la mente en blanco. Los dos días de hospitalización transcurrieron rápidos, y al tercero nos fuimos para casa.

Nada más salir del hospital, me puse a llorar, aún no sé por qué, quizá porque allí estábamos en una burbuja y ahora tocaba enfrentarse a la realidad y no teníamos nada preparado.

Siempre he sido una persona risueña, positiva, decidida…  pero lo que pasó posteriormente, fue muy duro para mí y casi me supera. Creé un rechazo hacia mi hija  que no entendía, pero yo sólo quería que ni se moviese, ni nada de nada, y es que llevábamos 40 horas sin dormir, y no teníamos fuerzas para nada.

Yo hacía como si no la escuchara y empecé a pensar en dejarla con alguien unos días y descansar, pero, ¿cómo iba a hacer eso? ¡Era mi hija! ¿Sería todo causa de la revolución hormonal? . Xavi estaba también muy nervioso y tampoco sabía, supongo que como todos los padres primerizos,  qué hacer con la niña o qué le pasaba.

Al final, empecé a pensar que una vida sin mi hija sería mejor, ya que antes habíamos sido muy felices sin ella y ese pensamiento se me fue apoderando cada vez más y más, hasta que un día  pensé “yo no quiero esta vida” “pues desaparezco yo y ya está”, pero entonces pensaba, “si yo no estoy en este mundo haré sufrir a mucha gente, pero si no está ella tampoco se notará tanto”.

Sí, efectivamente no estaba muy bien, y llegó un día en el que casi hago un disparate; pero no llegué a hacerlo porque no era justo para los demás, aunque para mí, en aquel momento, era la solución a todos mis problemas. Miré el calendario, y vi que al día siguiente tenía cita con mi matrona, “mi luz”, entonces pensé en contárselo todo, porque ya no podía más con aquellos pensamientos y sólo era cuestión de tiempo hacerlos realidad.

Y así fue, asistí yo sola a la visita y cuando la vi, “mi luz”,  me derrumbé, empecé a contarle lo que me pasaba sin siquiera habérselo contado a mi marido, con el cual tenía una gran confianza, y lo arreglaron todo para que ingresara esa misma noche en el psiquiátrico.

Madre mía, “yo en un psiquiátrico”, pero había que hacerlo antes de dañarme a mí o a mi hija.

Y allí fui, y es lo mejor que he hecho;  me trataron con varios fármacos  y actualmente han encontrado un tratamiento que me va genial, veo a mi preciosa hija Elsa y la quiero achuchar. Todavía hay ratos en los que se la dejo a los abuelos, porque tantas horas me agobia y es que aún me estoy recuperando, pero para nada pienso ni siento lo de antes.

PrimaveraQUIERO A MI HIJA EN MI VIDA Y DESEO UN FUTURO CON ELLA MI MARIDO Y NUESTRA MASCOTA (una perra preciosa que ha estado durante todo este rato a mi lado y que también forma parte de nuestra familia). Aún nos queda camino por recorrer como familia, mi pareja está yendo al psicólogo, pero gracias a la ayuda de los profesionales que tenemos a nuestro lado lo conseguiremos.

PD.- Este escrito me ha hecho reír y llorar a la vez, cada vez que me veo con pocas fuerzas, me acuerdo de ti. Eres mi “luz” hoy, ayer, y siempre, y te lo digo de todo corazón. Gracias por darme la oportunidad de poder escribir todo esto, que estoy segura me ha ayudado a darme cuenta de todo lo que hemos pasado ya.

Si encuentras una “luz” sigue con ella porque te llevará a ser feliz.  

Gracias Carmen

 “Estoy orgullosa de ti, de vosotros, y aunque ha sido y sigue siendo muy duro,  estoy segura de que la tempestad se calmará y podréis encontrar, en familia, la felicidad que os merecéis”  

Carmen

3 thoughts on “Una luz en la niebla: Depresión posparto

  1. Susana

    Gracias por compartirlo, desgraciadamente hay muchos casos así y es hora ya de visibilizarlo.
    Ser atendida en el parto por una «profesional robot» tiene consecuencias terribles en la autoestima de la mujer y en su proceso de vinculación con su bebé. La verdad es que tiene toda la pinta de tratarse de un estrés postraumático posparto, me alegro que estuviéseis ahí para apoyarla y solo espero que en Psiquiatría recibiera una atención respetuosa.
    Estáis haciendo un trabajo estupendo, muchos besos!

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